¿Está mejorando nuestra salud mental?

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Observando la salud mental poblacional detecto una preocupante deriva social cuyo negativo impacto no sólo afecta a los individuos sino también a la provisión de servicios de salud mental. A pesar de que se haya avanzado en las terapias y tratamientos disponibles es inquietante el surgimiento o la intensificación de los siguientes fenómenos que a continuación le detallo:

La inversión de los cuidados

Se trata de un fenómeno que afecta a los servicios de salud mental (públicos y privados) y que consiste en que aquellas personas más afectadas por trastornos más graves reciben menos atención porque existe una gran demanda de atención por personas con quejas que no constituyen ni siquiera un trastorno o por aquellos con trastornos más leves.

Patologización de la vida humana normal

Se tratan como trastornos situaciones de sufrimiento psíquico normal y fisiológico. Existen además pruebas de que la psiquiatría y la psicología no aportan beneficios para la resolución de la mayoría de estas situaciones.

Nuevos diagnósticos

La creación e inmediata aceptación de nuevas categorías y dimensiones diagnósticas, carentes de suficiente base científica, que favorece que algunas personas se des-responsabilicen de su conducta y adquieran una ¨etiqueta diagnóstica¨ que los convierte en ¨padecedores¨ de un supuesto trastorno. Sin embargo, en muchos de estos casos las conductas-problema que se presentan son ajenas al campo clínico.

El individualismo y el hedonismo

Como ideales vitales en Occidente, los cuales crean una distorsión, una visión irreal y perjudicial de la naturaleza y condición humanas. Las personas somos seres sociales, nuestra existencia no puede concebirse como seres aislados ni tampoco puede vivirse sin sufrir y sin aprender ciertas lecciones derivadas de dicho sufrimiento y de cierta frustración. El sentido de propósito, la transcendencia y la espiritualidad son cuestiones esenciales para una buena salud mental, y no pueden suplirse por un hedonismo o una búsqueda de placeres por mucho que esta se logre o satisfaga.

Infantilización

Cada vez más acuciada es la infantilización de la población adulta actual, marcada por una tendencia general a no responsabilizarse de la propia existencia y de la propia conducta. La responsabilización de la propia deriva vital se ha sustituido por una tendencia a la victimización. En lugar de desarrollar identidades basadas en aspectos positivos de la persona, ésta lo pretende hacer ahora en cuanto a motivos por lo que se siente discriminada o no reconocida.  No se toman de veras las riendas del cambio que uno precisa, sino que se reclaman compensaciones y derechos por el agravio supuestamente recibido.

Todo esto nos conduce a individuos mentalmente frágiles y a generaciones enteras cuya co-existencia es desquiciada y su convivencia casi imposible.

"El sentido de propósito, la transcendencia y la espiritualidad son cuestiones esenciales para una buena salud mental, y no pueden suplirse por un hedonismo o una búsqueda de placeres por mucho que esta se logre o satisfaga"

En definitiva, ha irrumpido una emergente demanda social por atender una serie de problemas diversos de la población occidental, para los que no hay pruebas de que la atención psiquiátrica ni psicológica sea eficaz ni que los pueda paliar o en parte resolver.

Atender a los que más lo necesitan

Si bien es cierto que en los últimos años se han mejorado ciertas cosas; por ejemplo, hay una mayor apertura a hablar de algunos trastornos mentales y se ha normalizado acudir a terapia psicológica o ir al psiquiatra, sigue existiendo una banalización del sufrimiento de los más enfermos y se ignoran los matices que los hacen realmente merecedores de los cuidados.

Por poner un ejemplo, no puede considerarse igualmente grave una depresión psicótica que una mera depresión reactiva leve ni todos los casos del espectro autista pueden considerarse incapacitantes, ¡pero algunos lo son y de qué manera!

Haciendo los criterios diagnósticos tan laxos con categorías diagnósticas tan abarcativas, quizá se reduzca el estigma del paciente leve, pero los casos graves de cada dimensión diagnóstica pueden quedar no sólo igualmente disgregados socialmente sino más carentes aún de servicios para ellos.

Atención innovadora

Otro factor a tener en cuenta y con preocupación es que, si bien las prácticas psiquiátricas se han profesionalizado, especializado y humanizado significativamente, se percibe una ausencia general de ambición entre los profesionales de salud mental para innovar y desarrollar estrategias de intervención que de veras mejoren la atención a los pacientes. Parece que ya no hubiese barreras para acceder a los cuidados, que no hubiese que acercar los servicios al paciente y que nuestros centros estuviesen dotados de todo lo necesario para que la coerción fuese la excepción y sólo se aplicase como último recurso.

Educación en salud mental

Falta avanzar en cuanto a la des-estigmatización de los verdaderos trastornos mentales, y sólo se conseguirá a través de lograr una elevada educación de la población para que conozcan mejor los trastornos de ansiedad, de depresión, los obsesivos, las psicosis, el trastorno bipolar, los trastornos de la conducta alimentaria, las somatizaciones, el autismo, el estrés postraumático, y otras patologías bien establecidas, cuyas referencias históricas son claras y para cuya curación o mejoría se han avanzado y logrado ya muchas intervenciones eficaces.

Autor:

© Todos los derechos reservados. Samon Psiquiatría.

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